martes, 29 de julio de 2008

NOUS | Orando con el entendimiento

Sabemos de antemano que la oración es una de las herramientas más importantes en nuestra relación personal e intima con Dios, se ha dicho que la oración es la forma en que nuestro espíritu se comunica y habla con El.
Hace varios años, cuando participé como Co-Pastor en una de las iglesias que mi papá había fundado, recuerdo que semanalmente tenía que preparar reflexiones sobre la oración para compartirlas con la iglesia. En una ocasión al exponer una de esas reflexiones cité una frase que decía: “La única forma en que el hombre no tropieza es estando de rodillas”. Algunos hemos experimentado personalmente el poder, la importancia y la relevancia que tiene la oración, pero lamentablemente otros aún no lo han vivido.
Recientemente mi esposa y yo acordamos tener un tiempo de ayuno, oración y búsqueda de Dios como pareja, hemos decido hacerlo cada lunes, al inicio de una nueva semana y ambos nos turnamos la oportunidad de compartirnos cortas, pero importantes pensamientos bíblicos sobre la oración, asique esta reflexión es producto de una de esas ocasiones donde hemos estudiado sobre la oración.
Si estamos de acuerdo en que la oración es la forma en que conversamos con Dios, podemos decir entonces que la oración es muy similar a cualquier platica que podemos establecer con cualquier persona, ahora, lo importante aquí es que hay muchas de nuestras platicas entre otros que son sencillamente conversaciones superficiales con el único deseo de provocarle a la otra persona un tiempo ameno. La intención predominante es querer ser “amables”, en lo más mínimo existe el deseo de intimar con algún desconocido a través de una charla. La oportunidad de intimar está reservada solamente a quienes les hemos dado ese privilegio y confianza de ser nuestros amigos íntimos. De la misma manera sucede con Dios, muchos solamente tienen eso: una plática superficial, estructurada y “amable” con Dios; cuando el deseo de Dios es el de poder intimar con nosotros, la biblia lo dice de esta forma: “Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26).
Pablo, el apóstol de la iglesia gentil dice en 1 Corintios 14:15 (NVI): “¿Qué debo hacer entonces? Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento”. Esta cita bíblica pone en perspectiva el carácter de nuestra oración, la oración debe ser ejecutada con el entendimiento y no a la ligera ni mucho menos superficial. La palabra entendimiento viene de una palabra de origen griego que es Noús (G3563 Diccionario Strong) que significa: intelecto, mente (divina o humana en pensamiento, sentimiento o voluntad), entendimiento, pensar.
Este significado realza aun más la aptitud de nuestra oración. Esta debe de ser dicha con entendimiento, nuestras palabras deben ser pensadas y escogidas cuidadosamente. Se tiene que tener una plena consciencia de lo que estamos articulando. Una oración no puede ni debe de carecer de voluntad propia, sino esta será solamente superficial y rutinaria. El principal objetivo de nuestra oración debe de ser el deseo de establecer y fortalecer nuestra intimidad con Dios y al hacerlo nuestra oración no puede ser más, estructurada, fría y “amable” sino que al contrario será una oración espontánea, llena de amor e intenciones claras y especificas.
Por: Wilmer Perdomo

martes, 22 de julio de 2008

Vivir para Dar

Hace poco me tocó vivir y aprender una lección importante en mi vida relacionado con el tema de dar. Se ha dicho que la expresión máxima del amor es dar y el ejemplo póstumo de este amor es Cristo, quien se dió totalmente por cada uno de nosotros.
Domingo por la noche recibí una llamada telefónica desde Washington, raro, porque no tengo a nadie conocido en ese estado. El motivo de esa llamada era para darme la noticia que un amigo en particular entre la persona que me llamó y yo se encontraba pasando por una situación difícil, situación que lo había llevado hasta la cárcel, desconozco los detalles, sin embargo aún antes de saber porque se comunicaban conmigo me percaté que la llamada telefónica tenía el objetivo de pedirme ayuda de forma económica. Como todos, en ocasiones no nos es tan fácil despojarnos de algo de dinero, máximo si nos encontramos con ciertos compromisos económicos que ya ocupan prioridad en nuestras ingresos, sin embargo tenía el deseo de poder ayudar, pero una vez más los compromisos adquiridos, por un momento me sirvieron como excusa para negarme a ayudar. Luchando con este dilema en la mente y en el corazón me dispuse a preguntarle a Dios: -¿Señor que hago?- a lo que de manera inequívoca respondió: -Haz cómo quisieras que te trataran a ti en un momento así- haciendo un gesto de resignación con mi cara me dije a mi mismo: -¡Para qué le pregunté!- asique motivado por Dios me dispuse a hacer el giro del dinero para ayudar a esta persona. Aunque estaba obedeciendo, había en mí una actitud que no era buena, tenia sentimientos encontrados, me sentía algo molesto porque repito una vez más, tenia compromisos económicos que me demandan diligencia en la forma de utilizar mi dinero. Aun después de haber realizado el depósito del dinero, se mantenía en mí la incomodidad, había obedecido pero no con la actitud adecuada. Al entrar en mi auto, la misma voz que me había dicho qué hacer y cómo ayudar me dijo suavemente pero con firmeza: -Dios bendice al dador alegre- en ese mismo instante me sentí tan confrontado y un arrepentimiento total me llevó a orar y pedir perdón a por mi actitud. Jamás viviremos en bendición solo por el hecho de dar si no lo hacemos con alegría, la palabra de Dios es clara, El bendice a aquel que da con alegría y no asi a aquellos que dan con tristeza en su corazón.
Vivimos para dar, no damos para vivir. No damos porque tenemos, Tenemos porque Damos.
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” - 2 Corintios 9:7
Por: Wilmer Perdomo

jueves, 10 de julio de 2008

Confianza ¿En quién o en qué?

Recientemente al estar haciendo algunas compras por internet, me di cuenta de algo serio, a nadie le gusta que le quiten el dinero, perderlo o que alguin le robe, sin embargo cuando se nos pide toda nuestra información al realizar compras por internet, claro esta despues de asegurarnos de que el sitio es un lugar seguro para comprar, ponemos en manos de quién sabe quién todos nuestros datos confiándole así a otro nuestras finanzas, imagino te estaras preguntando: ¿Qué tiene de malo eso? pues la verdad no tiene nada de malo, sin embargo quiero utilizar esta analogía para reflexionar un poco sobre nuestra relación personal con Dios.
Parece increíble que estamos dispuestos a poner el fruto de nuestro trabajo y esfuerzo diario, el resultado de nuestro sacrificio en manos de otro al hacer una compra electrónica, ponemos nuestro dinero en manos de alguien a quien no vemos, sin embargo somos muy reservados cuando se trata de Dios, El dio todo lo que tenia por nosotros aun sin conocernos, dió todo lo que más amaba, entregó a Jesús su único hijo y nosotros ¿Qué le estamos dando? tomemos un tiempo durante este día para meditar en nuestra comunión con Dios, y pongamos nuestra confianza en El, estoy seguro que jamás nos defraudará.
Salmos 78:7 dice: "A fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; Que guarden sus mandamientos".
Por: Wilmer Perdomo

sábado, 5 de julio de 2008

El Secreto de lo que vemos

Existe un pasaje bíblico el cual he leído y escuchado muchas veces, sin embargo no había comprendido completamente su valor hasta que me di la oportunidad de estudiarlo más detenidamente, estoy seguro que tu también lo habrás leído y escuchado muchísimas veces, sin embargo quiero darte una breve reflexión sobre este pasaje de la biblia esperando pueda ayudarte al cuidado de tu vida espiritual como me ayudo a mí; hablo de Lucas 11:34 que dice así: “La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas”.
Quiero darte la etimología griega de dos palabras claves en esta cita, las palabras son: “Lámpara” y “cuerpo”, después de estudiar sus significados en el original griego, veras como este párrafo de la biblia toma un significado más claro para cada uno de nosotros.
La palabra LAMPARA viene de la palabra griega lújnos (G3088 diccionario Strong) la cual significa: lámpara portátil u otro iluminador, antorcha, lámpara, lumbrera, luz. Esto nos pone en perspectiva que el ojo en nosotros tiene una relevancia única. Una luz no se pone bajo una cama, sino en alto para que pueda alumbrar a todos los que estén en la casa (Mateo 5:15). El ojo es la lámpara o la antorcha que nos guía en el camino de la vida, si en nuestro ojo no hay luz sino que la oscuridad es la que le envuelve, jamás podremos distinguir el camino que estamos tomando, por esta razón muchos no sienten convicción de arrepentimiento porque no están caminando en luz sino que están siendo guiados por la oscuridad, por ende no distinguen entro lo que está bien o lo que está mal.
La palabra CUERPO viene de esta palabra griega aóma (G4983) que significa: el cuerpo (como un todo completo), usada en una aplicación más amplia también significa: esclavo, corporal, cuerpo. Bueno lo tremendo de esto es que la palabra cuerpo viene de una palabra griega que entre sus significados significa esclavo, hacemos pausa y pensemos despacio. Esto nos está diciendo claramente que: Nos hacemos esclavos de lo que nuestro ojo ve. Si piensas con más cuidado, te sentirás confrontado al igual que me sucedió a mí, ¡Así es! Tu cuerpo, tu vida, todo lo que tú eres se convierte en esclavo de lo que tú ojo constantemente ve, por mencionarte un ejemplo: se dice que la pornografía tarda 20 segundos en entrar por tus ojos y tarda 20 años para sacarla de tu vida.
Esto tan solamente es una advertencia para cuidar de todo aquello que estamos permitiendo que entre a nuestras vidas a través de nuestros ojos, a través de lo que vemos. El ojo es una puerta del alma y nosotros mismos somos los responsables absolutos de lo que permitimos que entre a nuestro corazón.
El secreto de lo que vemos es: Nos hacemos esclavos de lo que vemos.
Sin el más mínimo deseo de ofender a nadie ni tampoco con el ánimo de ser calificado como hereje, quiero atreverme a dar una versión personal de Lucas 11:34 que diría más o menos así: “La lámpara del cuerpo, el cual se esclaviza de lo que constantemente ve, es el ojo. Asique si tu ojo ve por el bien, tu cuerpo será esclavo del bien, pero al contrario si tu ojo mira solamente por el mal, tu cuerpo será esclavo del mal”.
Por: Wilmer Perdomo

jueves, 3 de julio de 2008

La Piedra que Falta

Uno de los grandes monumentos de la ciudad de Kyoto es un jardín zen: una superficie de arena que contiene 15 rocas. El jardín original tenía 16 rocas. Cuenta la leyenda que, tan pronto como el jardinero terminó su obra, llamó al emperador para contemplarla. -¡Magnífico! -dijo el emperador. -Es el más hermoso del Japón. Y ésta es la más bella roca del jardín. Inmediatamente el jardinero sacó del jardín la piedra que el emperador tanto había apreciado y la tiró. -Ahora el jardín está perfecto -dijo al emperador. -No existe nada que sobresalga y así puede ser visto en toda su armonía. "Un jardín, como la vida, tiene que ser visto en su totalidad. Si nos detenemos en la belleza de un detalle, todo el resto parecerá feo."

¿Porqué se dejó al hombre para el sexto día?

Un grupo de sabios se reunió en un castillo en Akbar, para discutir la obra de Dios. Querían saber por qué había dejado la creación del hombre para el sexto día. -El pensaba organizar bien el Universo, de modo que pudiésemos tener todas las maravillas a nuestra disposición -dijo uno. -El quiso hacer primero algunas pruebas con animales para no cometer los mismos errores con nosotros -argumentó otro. Un sabio judío se incorporó a la reunión y le informaron el tema de la discusión para luego preguntarle: "En su opinión, ¿por qué Dios creó al hombre el último día?" -Muy sencillo -comentó el sabio. - Para que cuando fuésemos tocados por el orgullo, pudiésemos reflexionar: hasta un simple mosquito tuvo prioridad en el trabajo divino.